Introducción

Los microorganismos, sobre todo bacterias, que habitan en nuestro intestino se conocen como microbiota intestinal. La evidencia científica plantea que estos biocomponentes son en gran medida los encargados de cooperar con nuestro organismo en la defensa de las enfermedades, tomar parte en los procesos de digestión, absorción y síntesis de muchos nutrientes y de suministrar a nuestro cuerpo, incluido el sistema nervioso central, diversos componentes que pueden ayudar a mantener el estado de salud o, por el contrario, alterar el equilibrio de los procesos fisiológicos normales.

La microbiota intestinal de una persona contiene aproximadamente 100 billones de microorganismos, incluyendo al menos 1.000 especies diferentes de bacterias que se configuran en torno a 3 millones de genes. La microbiota intestinal en un adulto tiene un peso medio de 2 kg y representa hasta un 60 % de la masa seca de las heces. La característica más importante se refiere al perfil individual de cada microbiota, única en cada individuo, y que en buena medida condicionará su estado global de salud a lo largo de toda su existencia.

Las características de la microbiota intestinal están condicionadas por múltiples factores entre los que podemos destacar el modelo de dieta, los estilos de vida, factores emocionales y otros aspectos de nuestro hábitat considerados incluso desde la fase de gestación. Las alteraciones cuantitativas y/o cualitativas de este pool de microorganismos pueden favorecer la aparición de enfermedades como colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, obesidad, síndrome metabólico, alteraciones anímicas y otros trastornos neurológicos.

La alimentación es el sustrato fundamental que permite modular el estatus de la microbiota intestinal. Acompañando a la alimentación convencional, determinados componentes con acción prebiótica, probiótica o simbiótica, de manera exclusiva o en colaboración con otros nutrientes o fitocompuestos, pueden ser buenos aliados a lo hora de mejorar el perfil de la flora intestinal y su expresión funcional. En este sentido, pueden ayudar a la reversión de alteraciones que pudieran derivarse del consumo de determinados fármacos, dietas inapropiadas, tóxicos específicos, secreciones intestinales anómalas o situaciones de estrés. El objetivo consistiría en conseguir o recuperar de manera permanente la homeostasis intestinal o "equilibrio de Nash".

Para cualquier consulta o incidencia contacte con faqs@cursomicrobiotaybienestar.es